En los años sesenta, y parte de los
setenta, cambiarle las llantas al automóvil que teníamos, por unas deportivas,
era un accesorio “tuerca”, como se le llamaba. Lejos estaba el término “tunear”
en nuestro país. Pero las llantas deportivas, de varias marcas, se llevaron el
aplauso de muchos fierreros.