Hay días en que mejor no salir de la cama. En
especial ahora que el invierno nos está por golpear la puerta de casa. Pero,
las obligaciones de siempre nos mueven, a veces por inercia, a seguir con esta
trituradora de mentes que es la rutina laboral. Así, que esa mañana, una como
todas, salí de casa rumbo a mis obligaciones diarias. Lo que iba a suceder no
estaba, para nada, en mis planes.