domingo, 15 de junio de 2014

Una carrera del siglo XIX

Hace unos pocos días se conmemoró un aniversario más de la carrera París-Burdeos-París, el 11 de junio de 1895, para ser precisos y como vimos en las efemérides de Archivo de autos. Hoy nos adentraremos un poco más en esa carrera y en su aniversario 70º, ocurrido en 1965.

La llegada del Panhard et Levassor en junio de 1895 al finalizar la carrera París-Burdeos-París. 

Las carreras de automóviles se organizaron, desde un principio, para demostrar las bondades del nuevo vehículo que no usaba caballos para moverse. Las rutas abiertas fueron el escenario elegido para estas demostraciones de velocidad, confiabilidad y la capacidad de los autos de unir localidades a muchos kilómetros de distancia.

Esa fue la mejor propaganda para los primeros automóviles construidos en Europa. Al elegir las rutas se aseguraban un público que se acercaría a ver pasar a esos “monstruosos aparatos” y así ganarse la confianza de la gente. Muchos siglos la humanidad confió el transporte terrestre a los caballos y los carruajes que estos podían tirar. El auto venía a reemplazar este medio de transporte.

Desde un comienzo el marketing y la publicidad estuvieron en medio de la industria automotriz europea. Ni hablar de los diarios de la época que organizaron muchas carreras, no solo para apoyar a la insipiente industria sino para vender más diarios a la opinión pública. Nada es inocente y siempre hubo un trasfondo comercial en todo el asunto.

La carrera París-Burdeos-París no habrá escapado a esto y las repercusiones que trajo llegaron hasta otros países de Europa. Lo cierto es que la competencia se inició un día 11 de junio de 1895 y dos días más tarde finalizó con un vencedor que fue el automóvil Panhard et Levassor luego de tardar 48 horas y 42 minutos. El auto francés estaba piloteado por el ingeniero Emile Levassor y a su lado estado ubicado René Panhard. Ambos eran los dueños de la empresa que había fabricado el automóvil.

El Panhard et Levassor tenía una potencia de 1,8 HP que nos parece exigua pero para esos primeros autos era suficiente. El motor pesaba 75 kilogramos sus bujías eran simples quemadores y su carburador era en realidad un gran vaporizador. El auto, que se parecía a un carruaje, algo común en los primeros vehículos, pesaba 800 kilogramos.

Los 21 autos se reunieron en Versalles, París, Francia, para iniciar esta dura competencia que se desarrollaría a lo largo de 1.175 kilómetros y por dos días. La carrera era abierta a todas las naciones del planeta, pero solo los autos franceses lograron cruzar la meta. Lo que ocurre es que si bien la cuna del auto fue Alemania su desarrollo industrial lo tuvo en Francia. Así que eran muchas las marcas que había a finales del siglo XIX.

Volviendo al auto ganador, el Panhard et Levassor, no tenía caja de velocidades, porque todavía no se había inventado, así que un sistema de piñones y una marcha atrás reemplazaban la futura invención. Las ruedas de rayos de madera, similares a la de un carruaje tirado por caballos, presentaban una banda de caucho. Los frenos primitivos solo actuaban sobre las ruedas traseras como sería la norma en muchos automóviles posteriores, incluso en el siglo XX. Los faros de acetileno solo lograban iluminar hasta 20 metros de distancia.

Así y todo lo precario y primitivo del automóvil por más de cuatro horas se logró batir el récord de velocidad con un promedio de 25,46 kilómetros por hora. Esta cifra había sido establecida por los ciclistas en competencias en ruta abierta. Les recuerdo que las bicicletas nacieron antes que el automóvil y fueron, en muchos casos, los primeros vehículos que fabricaron varias marcas europeas de automóviles.

Esta competencia hizo que la opinión pública francesa tomara en serio los automóviles de finales del siglo XIX e incluso las repercusiones llegaron fronteras afuera. Tanto fue así que los ecos de la París-Burdeos-París fue una de las causas que se derogara en Gran Bretaña la Locomotive Act. Una medida legal prohibía a los autos superar los 6,5 kilómetros por hora en zonas urbanas y además establecía que un hombre caminara, con una bandera roja, a 20 metros antes del auto anunciando su paso. En el año 1896 fue abolida esta ley y en su reemplazo se establecieron nuevas normas que eran más adecuadas a las nuevas velocidades de los “carruajes sin caballos” que la industria automotriz estaba colocando en el mercado europeo.

Reproducción de la llegada de la carrera París-Burdeos-París en junio de 1965 al celebrarse los 70 años. 

El Panhard et Levassor, con el número 5 en su carrocería, cruzó nuevamente la meta 70 años más tarde al conmemorarse un aniversario de la carrera París-Burdeos-París. Para realizar el homenaje sacaron a relucir el viejo auto que ganara la competencia en 1895. Al mando del mismo estuvieron dos empleados de la empresa Panhard, que todavía estaba en el mercado francés, el que lo piloteaba era de apellido Gerard y estaba encargado de su mantenimiento. Así en la Puerta Maillot se retrocedieron 70 años para simular la llegada del viejo Panhard et Levassor.

Esto también sirvió para que el público apreciara lo que habían cambiado los automóviles en 70 años. El viejo Panhard et Levassor número 5 era el bisabuelo de los autos de mediados de los sesenta. Pero había un bisnieto y ese era Paul Panhard que recibió de manos del presidente del Consejo Municipal de París una medalla conmemorativa de la carrera celebrada 70 años atrás. Paul Panhard contaba con 84 en junio de 1965 y se encontraba al frente de la fábrica Panhard desde el año 1939.

El control de la empresa francesa había estado en manos de los fundadores hasta ese momento y pasado de padres a hijos. Esto cambió cuando la empresa Citroën compró la Panhard absorbiéndola. El fin era anunciado. Pero hubo una época donde las grandes empresas pasaban de generación en generación y no eran vendidas al mejor postor. Incluso en algunas empresas europeas, de toda índole, eso sigue ocurriendo. Y es ahí cuando esa empresa comienza a ser un patrimonio nacional, provincial o municipal. Es privada, pero en cierta forma es de todos. Pero los tiempos cambian y a veces demasiado rápido como para adaptarse.

Gracias a la revista Automundo podemos comparar dos fotografías: la más vieja con la llegada del auto número 5 en 1895, al mando de Levassor y Panhard y la más nueva reproduciendo la escena 70 años en el tiempo. Así en 1965 el señor Gerard simula la llegada a la Puerta Maillot del auto número 5 que estaba a su cuidado. Auto que era único en su género y había sido asegurado en 30 millones de francos.

Cuando se tienen en claro los conceptos de preservar la historia para las futuras generaciones uno se topa con ejemplos como este que acabo de contarles. No solo se conservó el auto, seguramente que con algunas restauraciones, sino que se organizó un escenario propicio para darle el marco adecuado a recordar una carrera y un automóvil que hicieron historia. La carrera y el auto fueron unas de las consecuencias del desarrollo de la industria automotriz. No fueron las únicas, pero si tal vez marcaron un jalón en la historia del automóvil.

Para aquellos que no conocían la historia ahora tienen un idea mejor de cómo fueron esos primeros años de los primitivos automóviles y de cómo las carreras en ruta fueron la mejor publicidad para dar a conocer esos “carruajes sin caballos”. En el medio estaban las empresas y los medios de difusión. Parece que algunas cosas no cambiaron mucho con el correr de las décadas, o los siglos como según parece ocurrirá en el futuro.

Las fotografías aparecieron publicadas en la revista Automundo número 41 del 5 de enero de 1966.

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Mauricio Uldane
Editor de Archivo de autos

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