domingo, 29 de junio de 2014

Aquellas mujeres con aquellos autos

Las mujeres han estado vinculadas al automóvil desde el principio. Recordemos a Berta, esposa de Benz, que sin su decisión la historia del automóvil sería diferente. Hoy veremos cómo las mujeres se relacionaban con los primeros autos del siglo XX.

La mujer y el automóvil una nota de la revista PBT de 1905. Fue publicada en 
la revista Autoclub número 30 del bimestre agosto-septiembre del año 1966.


Gracias a la revista PBT tenemos la posibilidad de ver a una mujer inglesa al mando de su automóvil. La revista argentina tomó la nota ilustrada de una publicación inglesa y el artículo apareció publicado en el año 1905.

Lejos estaban las mujeres argentinas de estar al frente de sus automóviles por aquellos años. Aunque las mujeres inglesas que los conducían tampoco pertenecían a las clases medias o bajas. Los autos todavía eran cosas de ricos y poderosos.

Imagino que algunas mujeres argentinas de la misma condición social y económica habrán manejado sus autos o los de sus maridos o padres. Siempre se encuentra a mujeres intrépidas. Pero hoy veremos como el mundo masculino les daba consejos en el uso de un automóvil.

Hay que ponerse en época y recordar que los primeros autos necesitaban de otros cuidados a la hora de conducirlos. No era cuestión de subirse y darle marcha. Para empezar no tenían arranque eléctrico. Esta tarea no creo que le fuera sencilla a una mujer, porque tampoco lo era para los hombres. Era muy fácil sacarse el hombro de lugar ante una “patada” del motor.

Esto se subsanaría con un sistema que impedía que la acción de retroceso del motor diera esa “patada” al que estaba dándole manija para ponerlo en marcha. El otro tema era la lubricación. Hoy nos parece una pavada y ni siquiera tenemos idea de cómo se hace en nuestro motor. Pero los primitivos autos no tenían el sistema de varillas de las válvulas cubierto, sino que el funcionamiento era al descubierto con el consabido ruido y falta de lubricación.

Cuando aparecieron los primeros motores de válvulas a la cabeza la lubricación se hacía a través de un paño que había que lubricar cada tantos kilómetros recorridos. Por eso es común ver a los viejos conductores con una aceitera en la mano. No por nada las cajas de herramientas estaban montadas sobre los estribos de aquellos viejos automóviles.

También era común que el conductor o chófer tuviera una vestimenta adecuada para la ocasión, ya que más de una vez se tenía que tirar debajo del automóvil o meter las manos en el motor para reparar algo que no funcionaba bien. Las cadenas que eran las que transmitían la tracción a las ruedas traseras solían salirse o cortarse. Así que nuevamente las manos estaban sucias.

Por eso la nota con la mujer inglesa que hasta lleva un pañuelo y un espejo de mano. Seguro que lo necesitaba más de una vez no solo para ver su estado, sino para limpiarse las manos cuando reponían el combustible. Porque las estaciones de servicio no siempre existieron y los automovilistas debían llevar en bidones el combustible que iban a consumir en un determinado trayecto. En especial cuando se alejaban de los centros urbanos.

La mujer y el automóvil una nota de la revista PBT de 1905. Fue publicada en 
la revista Autoclub número 30 del bimestre agosto-septiembre del año 1966.

Hoy en pleno siglo XXI nos puede parecer pintoresca esta nota aparecida en la revista PBT, pero lo cierto que el auto de aquellos años implicada una gran cuota de aventura y por ende un carga de adrenalina. Uno no sabía cuando el auto se iba a empacar como si se trata de una mula. Hoy, en el futuro de aquella nota, nos parece incomprensible la nota y los comentarios, pero era una realidad muy distinta a la actual.

A veces no tomamos dimensión de cómo la industria, la tecnología y la ciencia han contribuido a mejorar la calidad de vida de la humanidad entera. Hoy disfrutamos de adelantos tecnológicos que nuestros abuelos no hubieran imaginado en el peor de los delirios febriles.

Pero así y todo la nota nos puede parecer risueña. Por como veían los hombres a esas mujeres intrépidas que se le animaban a esos nuevos vehículos que habían llegado a este planeta, llamado Tierra, para cambiarlo de forma radical. No sé si todos somos conscientes del cambio social, económico y financiero que produjo el invento del automóvil a finales del siglo XIX. Traten de imaginar un mundo actual sin autos.

Saquen los autos y sus derivados de la sociedad. Verán que sería muy difícil imaginarlo incluso para los que no les interesan los autos. De una u otra forma todos los habitantes del planeta estamos vinculados a los autos. El transporte de pasajeros y de carga no se concibe de otra forma. Porque los aviones, los barcos y los trenes cumplen otras funciones que les impide llegar hasta el garaje de nuestras casas.

El automóvil es, tal vez, el invento que más influyó en la humanidad. Hasta las ciudades se adaptaron a su presencia. La gran mayoría de las obras públicas en todo el mundo están pensadas en función de los automóviles. Para bien o para mal. Porque es lógico que si el parque automotor mundial sigue creciendo las autoridades de las diferentes naciones se verán en la obligación de acotarlos de alguna forma.

Pero gracias a una nota aparecida en la revista Autoclub en el número 30 del bimestre agosto-septiembre del año 1966 y por la gentileza de Alberto Blasi Brambilla es que tenemos esas dos páginas de la revista PBT.

Mauricio Uldane
Editor de Archivo de autos



Archivo de autos es armado en un ciber por falta de recursos económicos, no por una política editorial.

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