Mi vida tenía una rutina que se repetía con una
cadencia pasmosa. Todos los días era lo mismo. Despertarme, vestirme, desayunar
y salir para el trabajo. El baño lo realizaba en la noche así que tenía una
tarea menos durante la mañana. Pero era siempre lo mismo de lunes a viernes,
por suerte para mí el sábado no trabajaba. Claro empezaba la rutina del fin de
semana. Que ir al club, visitar amigos y el almuerzo dominical en casa de mis
padres. Siempre lo mismo hasta que sucedió lo que ahora trataré de contarles.
Espero estar a la altura de los hechos.