A Nora la conozco desde que nació. Le llevo unos
diez años y siempre fui el hermano mayor. Era vecina del barrio donde vivíamos.
Nuestras familias eran amigas y siguen siéndolo pese a la cantidad de años transcurridos.
La vi crecer y convertirse en una hermosa mujer. Muchos, en el barrio, pensaban
que nos terminaríamos casando porque siempre andábamos juntos, pero para Nora
siempre fui un hermano.