martes, 14 de febrero de 2017

Probando un Mustang GT 300

A veces las revistas argentinas dedicadas al automovilismo nos podían sorprender con pruebas a automóviles que no se producían en el país. Así fue como el periodista Miguel Ángel Barrau probó, para la revista Automundo, un Ford Mustang GT 300.

Ford Mustang GT 300 prestado a la revista Automundo para probarlo.

El automóvil en cuestión era propiedad de un tal coronel Vega de la Fuerza Área de Estados Unidos, que estaba residiendo en Argentina para el año 1968, que es cuando se realizó la prueba del Mustang GT 300, a manos del periodista mencionado.

Lo sorprendente que el coronel Vega prestara su automóvil para realizar la prueba. Al parecer, por la mención del propio Barrau, la persona que intercedió en el préstamo fue Jim Parks que era un especialista en correr con motocicletas dragster en Estados Unidos.

El Ford Mustang GT tenía una cilindrada de 4.724 centímetros cúbicos con 8 cilindros en V y una potencia de 271 HP a 6.000 revoluciones por minuto. Era una versión potenciada desde fábrica. Porque la versión del motor 289 (por las pulgadas cúbicas) tenía 210 HP a 4.400 revoluciones por minuto. En este caso, potenciado, la relación de compresión era de 9:1, en cambio, tenía un solo carburador de cuatro bocas como el motor más tranquilo.

Trompa del Ford Mustang GT 300 del coronel Vega en plena prueba.

Pero no era lo único modificado, la dirección tenía una relación de 16:1 y el diferencial venía con una relación de 3,25:1. La suspensión delantera era de paralelogramo deformable con brazos desiguales y en el caso del inferior había sido alargado en dos pulgadas y media con relación a los modelos anteriores.

El punto de pivote del brazo superior se había bajado y todos los cambios mencionados hacían que el tren delantero se comportara mejor que en los modelos anteriores. En cambio el tren trasero seguía siendo de la misma geometría. Con lo cual era el punto débil a la hora de encarar las curvas a excesiva velocidad.

En el tren delantero también, entre los cambios, estaban resortes helicoidales más duros con amortiguadores Koni. Las llantas eran más anchas sumando media pulgada y frenos a disco en las ruedas delanteras. Había que parar los caballos de fuerza del Ford Mustang GT.

El Mustang GT 300 en una de las curvas del autódromo de Buenos Aires.

Miguel Ángel Barrau tenía una libreta de apuntes con datos previos de otro Mustang probado. Una velocidad final de 176 kilómetros por hora y un cuarto de milla, o 400 metros con partida detenida, recorridos en 16 segundos con 3 décimas. La aceleración de 0 a 100 kilómetros por hora con valores que iban de 7 segundos con 8 décimas a 8 segundos con 2 décimas. Valores viejos a la hora de comparar con el Mustang GT del coronel Vega.

El primer paso de Barrau fue probar el Mustang GT 300 en el tránsito de la ciudad de Buenos Aires. No era el escenario ideal, como el mismo periodista lo dijo en su nota, pero había que intentar la prueba. Pero no presentó los problemas que imaginaba el conductor de la revista Automundo.

No hubo tironeos del embrague de servicio pesado de 16 pulgadas de diámetro, ni aguja del indicador de temperatura que se disparara a la zona roja. Claro que solo pudo usar la primera y la segunda velocidades, de las cuatro que tenía la caja manual del Ford Mustang GT 300. La primera tenía una relación de 2,78:1 y la segunda de 1,93:1. En cambio la tercera era de 1,36:1 y la cuarta era directa.

En parte los neumáticos de la medida 650 x 13 pulgadas hicieron prácticamente imposible que usara la tercera dentro del ámbito urbano. Claro a menos que se prendiera en una picada en pleno barrio de Recoleta. Justo frente a la sede central del ACA (Automóvil Club Argentino) en la esquina de la Avenida del Libertador y Tagle en la ciudad de Buenos Aires.

La curva que da inicio al circuito número 2 y el Ford Mustang GT 300 saliendo de ella.

El mismo Miguel Ángel Barrau comenta que cayó en la tentación y dejó que el Mustang GT 300 retozara por dicha avenida porteña. Cuando levantó el pie del acelerador ya había colocado la tercera velocidad y el tacómetro acusaba 4.000 revoluciones por minuto. Los demás automóviles del semáforo del ACA habían quedado muy atrás… Por supuesto que el periodista no mencionó ni marcas, ni modelos.

Ante de ir al autódromo de la ciudad de Buenos Aires para realizar las demás pruebas pasó por ese “lugar” donde realizaba el testeo de la velocidad máxima. Esta demás decir que no menciona el paradero exacto de ese “kilómetro”. Pero sí que eran 1.000 metros reales sin declives medidos con cinta métrica. En esa ocasión el viento era nulo, pero el calor apretaba. Era pleno verano en Buenos Aires y eso le sirvió para probar el aire acondicionado del Ford Mustang GT 300.

De ese “kilómetro de prueba” logró 202,247 kilómetros por hora en sendas pasadas en ambos sentidos. El peor registro fue de 197,802 kilómetros por hora. En varias ocasiones el cronómetro marcó 18 segundos para ese kilómetro lo que representaba 200 kilómetros por hora.

Una vez hecha esta prueba de velocidad final se fue para el autódromo municipal donde probó el Mustang GT 300 en los circuitos número 2 y perimetral. También realizó la prueba de cuarta de milla o de 400 metros. Una prueba usual en Estados Unidos. Para eso contó con la presencia de Jim Parks, la persona que le gestionó el préstamo del Mustang GT 300.

El tablero complejo del Ford Mustang GT 300 con tacómetro y medidores de aguja para temperatura y presión de aceite.

Parks maltrató la transmisión sabiendo que estaba preparada para eso. Primero obtuvo 16 segundos con 4 décimas que bajó a 15 segundos con 9 décimas y recibió el aplauso cuando logró 15 segundos con 7 décimas. Cifras por debajo de los valores que Barrau tenía anotado en su libreta.

Barrau primero probó el Mustang en el circuito perimetral donde se manifestó plenamente. En cambio en el circuito número 2 las cosas eran un poco más complicadas pero no difíciles. Barrau se divirtió más en el circuito número 2 al exigir al Ford Mustang y este responderle.

Lo más importante era la gran aceleración de este automóvil que lo llevaba a compararla, a Barrau, como si un tractor tirara desde la trompa. Tanto que en casi cualquier apuro, la aceleración lo sacaba de él. En algunas fotografías se puede apreciar el humo blanco de los neumáticos traseros al “arar” sobre el pavimento del autódromo municipal de la ciudad de Buenos Aires.

En las consideraciones finales, Miguel Ángel Barrau, afirmaba que el Ford Mustang GT 300, del coronel Vega, no haría mal papel en algunas de las competencias que se disputaban en Argentina. Entre ellas incluía al TC (Turismo Carretera) y al Turismo Anexo J con la preparación mecánica de calle, como él lo había probado en la calle y la pista.

El mal trago para el periodista vino a la hora de regresar el Mustang a su dueño legítimo: una gran tristeza que empañó la alegría inicial por poder probar este automóvil estadounidense. Claro que se tuvo que conformar, pero se quedó sin el Mustang… Las fotografías que ilustran esta nota fueron tomadas de la revista Automundo número 139 del 2 de enero de 1968.

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Mauricio Uldane
Editor de Archivo de autos 

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