martes, 21 de febrero de 2017

Moto Guzzi V-7 del año 1968

Esusen Argentina SACI concesionario que importaba la motocicleta italiana Moto Guzzi V-7 le prestó a una unidad, preparada para ser usaba como patrullero, a la revista Automundo en el año 1968. Conoceremos un poco más a esta motocicleta.

Moto Guzzi V-7 del año 1968 importada a Argentina.

La Moto Guzzi tenía un motor bicilíndrico en V a 90º con una cilindrada de 703,717 centímetros cúbicos con un diámetro de los cilindros de 80 milímetros y una carrera de los pistones de 70 milímetros. La relación de compresión era de 9:1 y dos carburadores de la marca Dell’ Orto alimentaban los dos cilindros.

Los cilindros estaban fundidos en aleación liviana con refrigeración por aire. El interior de los cilindros era de cromo duro y la cabeza era hemisférica. La caja de velocidades era de cuatro marchas hacia adelante con un embrague de dos discos del tipo seco.

La suspensión delantera era mediante una horquilla telescópica y amortiguadores hidráulicos. La suspensión trasera era por una horquilla oscilantes con resortes helicoidales ajustables con amortiguadores hidráulicos.

Erwin Mueller en la mitad del recorrido entre las ciudades de Amberes y Viena en noviembre de 1967.

La Moto Guzzi V-7 se presentaba en el mercado argentino, de la mano del concesionario Esusen Argentina, en dos versiones: una de uso civil y la otra preparada para patrullero. En ambos casos el modelo era de serie, con los aditamentos necesario para el uso policial.

La revista Automundo convocó a Marcos Ángel Rodríguez, patrullero de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, Eduardo Salatino, piloto de motocicletas y a Andrés Pedrazza, un virtuoso de las motocicletas. Los tres hombres fueron llamados por la mencionada publicación para probar la Moto Guzzi V-7.

Las pruebas se realizaron en el autódromo municipal de la ciudad de Buenos Aires. Veamos algunos de los testimonios de estos hombres vinculados a las motocicletas en el país. “Es impresionante cómo tira de abajo. En todas sus marchas tiene gran potencia, y aunque se ande a gran velocidad responde con presteza a la aceleración. Su caja es muy buena y se trabaja con facilidad. Denota magnífica estabilidad en las rectas. A pesar de su peso, es una máquina liviana que se domina muy fácilmente. Sus frenos son muy buenos, sobre todo el delantero”, decía Eduardo Salatino luego de probar la Moto Guzzi V-7.

Miguel Ángel Rodríguez probando la Moto Guzzi V-7 en el autódromo de Buenos Aires

Ahora el que cuenta su experiencia en la prueba es Andrés Pedrazza: “Tiene gran estabilidad. A 70 kilómetros por hora me acosté y me paré; se mantuvo como si tuviera cuatro ruedas. Tiene además los detalles que hacen que se pueda viajar con tranquilidad. En la esfera del velocímetro, los controles de luz, dínamo, punto muerto y presión de aceite, así como también el cuentakilómetros. En los extremos de sus brazos, las luces de giro y para no ‘patear’ mucho, el arranque automático”.

“Hace 26 años que soy patrullero de la Policía de la Provincia de Buenos Aires. Han pasado varias máquinas de gran calidad por mis manos, pero creo que ésta es la última palabra. Es una moto muy estable. Muy manuable a pesar del peso que tiene. Se domina bien y responde con seguridad. Si tuviera que resumir diría que me ha dado satisfacciones enormes en velocidad, seguridad, maniobrabilidad, estabilidad, robustez, fortaleza y potencia”, decía como conclusión Marcos Ángel Rodríguez luego de probar la Moto Guzzi V-7.

Pero no era la única prueba por la que había pasado la Moto Guzzi V-7. El 17 de noviembre de 1967 había sido sometida a una prueba de 1.383 kilómetros de longitud.

Andrés Pedrazza parado encima de la Moto Guzzi V-7.

Esa distancia era la que cubría el tren Italian Express con salida en la ciudad de Amberes, en Bélgica, con llegada a la ciudad de Viena, en Austria. El tren salía a 16.25 horas de Amberes y arribaba a las 7.25, del otro día, a Viena. La idea era salir de la misma ciudad al mando de una Moto Guzzi V-7 y llegar a la ciudad de destino antes del tiempo empleado por el tren.

Por cuatro veces se intentó lograr la prueba, pero sin éxito. El convocado para la dura prueba en pleno invierno europeo recayó en Erwin Mueller integrante de un grupo de motociclistas, de Alemania Occidental (las Alemanias estaban divididas en 1967), llamado Elephant Men (Hombres Elefante). El nombre derivaba de un rally llamado Elephant que se realizaba en invierno con todas las adversidades propias de esa estación climática.

Así Mueller se presentó en la estación ferroviaria de Amberes a las 0 horas del 17 de noviembre de 1967 ante la presencia de los directivos de la marca italiana de motocicletas Moto Guzzi. El nerviosismo se hacía presente en los rostros de los representantes de la marca italiana, se estaban jugando una carta importante.

Vista del velocímetro y demás controles de la Moto Guzzi V-7 en versión patrullero.

Cada 250 kilómetros se establecieron puestos de abastecimientos que sirvieron de etapas para el raid entre Amberes y Viena. Dadas las condiciones climáticas la velocidad promedio iba variando desde 83,2 a 128 kilómetros por hora. El promedio final fue de 98 kilómetros por hora y le demandó 14 horas y 11 minutos en unir los 1.383 kilómetros.

Para alegría de los directivos italianos la Moto Guzzi V-7 cumplió con las expectativas y el tiempo que tardó Erwin Mueller, en recorrer la ruta establecida, fue menor al tiempo empleado por el Italian Express. Ni hablar que se había superado al crudo invierno europeo, con nieve, agua y hasta hielo sobre la ruta. No por nada en Europa habían bautizado a esta motocicleta como “búfalo mecánico”.

Las pruebas demostraron que la Moto Guzzi V-7 era una motocicleta robusta. El patrullero Marcos Ángel Rodríguez afirmaba que tenía una velocidad real de 175 a 180 kilómetros por hora en ruta. Era donde mejor se desenvolvía la motocicleta italiana. Tanto que Rodríguez pensaba probar una unidad viajando a la ciudad balnearia de Mar del Plata a 150 kilómetros por hora. Claro lo podía hacer porque era un policía bonaerense…

Las fotografías que ilustran esta nota, como los testimonios transcriptos, fueron tomados de la revista argentina de aparición semanal Automundo número 145 del 13 de febrero de 1968.

Mauricio Uldane
Editor de Archivo de autos 

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