sábado, 17 de septiembre de 2016

Ford GT, un deportivo europeo

El Ford GT tal vez fue uno de los autos de competición más reconocibles de la mitad de la década del sesenta. Para un chico de 7 años era algo llamativo y encima tenerlo en la mano, gracias a los queridos Matchbox, era lo máximo. Así lo demuestra el estado de la pintura del Ford GT blanco.



Les he mostrado Matchbox de mi infancia en un estado impecable. No es el caso de este Ford GT que tiene varias cachaduras en su pintura. Lógicamente fue jugado y disfrutado. Lo bueno que conserva su caja como casi todos los demás “autitos de colección”


La particularidad está en sus ruedas que son similares a las que montaba el Jeep Standard de color amarillo que vimos en un sábado pasado. Estos neumáticos tienen la tendencia a salirse de las llantas amarillas. El mismo mal, por el correr de los años, de la serie King Size.


Seguramente este Ford GT lo subí al camión de transporte de la serie King Size que vimos a principios de este año. Camión que pertenecía en la vida real al equipo Lotus de competición.


Pero para un chico con ganas de jugar e imaginar no era obstáculo. Bien podía llevar el Ford GT junto a un Fórmula 1, o 2, dentro de la misma caja de carga de ese camión inglés.


Como hasta ponerlos a competir sobre la colcha de planchar de la mesa libro del comedor de mi casa. El centro neurálgico de los mundos de fantasía que salían de mi cabeza y se plasmaban sobre esa mesa.


Ahora esas creaciones imaginarias toman forma de relato y salen publicadas algunos domingos al mes. Es otra manera de jugar, de dejar libre por un rato a la vieja amiga llamada imaginación. Aunque no todos entiendan eso y vivan atados a la dura realidad.


Creen que imaginar mundos, o situaciones, te hace estúpido o menos maduro. La vida me ha enseñado que justamente los más maduros y centrados son los que no pierden la capacidad de jugar y de imaginar. En la imaginación está la solución a muchos de los problemas que nos toca vivir a diario.


No es fácil ser creativo, y no repetirse en el intento. O terminar copiándose a uno mismo. Ahora distinto es tener un estilo ya sea en la escritura o en la actividad que uno desarrolle. Eso es otra cosa y marca la impronta de esa persona respecto a su creación.


Es como un auto. Podemos reconocer la marca con solo verlo. Aunque no tenga el emblema en alguna parte de su carrocería. Ahora las cosas no son tan así y todos se parecen un poco. Como el sonido de sus motores.


Pero no creo que en los años sesenta no pudiéramos reconocer el zumbido de los 8 cilindros en V del Ford GT. Además por derivar de un Ford Fairlane, otro viejo conocido nuestro, aunque todavía no se lo fabricara en Argentina.


Para los que tengan ganas de ver todos los “autitos de colección” del “Garaje Miniatura”, les dejo el enlace con la página donde están todos los enlaces: http://archivodeautos.blogspot.com.ar/p/garaje-miniatura.html


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Mauricio Uldane

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